“Sí, fumé cigarrillos”. La declaración puede parecer sin importancia, excepto porque proviene de uno de los hombres más importantes en la batalla legal contra las tabacaleras: Jeffrey Wigand. El científico se hizo conocido cuando su historia fue llevada al cine en el filme El Informante, protagonizada por Russell Crowe, como Wigand, y Al Pacino, como el productor de la CBS que llevó su caso al programa 60 Minutos.
El 20 de septiembre las organizaciones civiles que se enfrentan a los gigantes del tabaco consiguieron un gran éxito: el gobierno de EE.UU. decidió demandar a esas empresas por US$ 280 mil millones por engañar al público promocionando cigarrillos bajos en alquitrán como más saludables y alterar la nicotina para hacerla más adictiva, entre otros cargos. Esto no hubiese sido posible sin figuras como Wigand, quien expuso a Brown & Williamson (B&W), o Patrick Reynolds, ex zar del tabaco, quien le dio la espalda a la industria tras ver morir a sus familiares de cáncer. Aquí, ellos cuentan su historia.
“Me opuse tenazmente”
Wigand habla apresurado y, a ratos, cuando recuerda su trabajo en B&W (en la que trabajó de 1989 a 1993), se molesta: “Fui director de Investigación y Desarrollo, mi trabajo era buscar un cigarrillo más seguro, disminuyendo las sustancias tóxicas que posee y haciendo que no generara fuego en caso de quedarse prendido”, cuenta el experto en bioquímica a La Tercera. Pero aunque demostró que era posible hacerlo, “ni los abogados,ni mis jefes querían que esto se supiera, porque si recién se estaba vendiendo un cigarrillo seguro ¿qué se había vendido por más de 50 años?”.
El punto clave para Wigand fue el uso de una sustancia conocida en inglés como coumarin, que le da un sabor dulce al tabaco y que está prohibida en EE.UU. en cigarrillos debido a ser altamente tóxica y carcinogénica: “B&W la seguía usando en tabaco para pipas y me opuse tenazmente a ello. Por eso me despidieron, luego me amenazaron a mí y a mis hijos: me temo que sabía mucho”.
¿Qué sabía este hombre que hoy recorre el mundo asesorando a ministerios de Salud, colegios y universidades?: “Que se buscaba elevar la concentración de nicotina para hacerla más adictiva, métodos para que el cigarrillo se consumiese más rápido y sabores que potenciaran sus efectos. Así se lograría que la nicotina impactara al cerebro en sólo seis segundos”.
-Y usted ¿fumó?
“Sí, fumé cigarrillos. Pero sólo durante un par de años en B&W. Hoy ya no lo hago y espero que tu tampoco. Mi lucha hoy es impedir que las tabacaleras sigan tratando de seducir a los niños. Mi antiguo jefe en B&W decía ‘engánchalos jóvenes y los tendrás de por vida’. Mi meta es que no lo logren”.